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Qué es el rebranding
El rebranding es una estrategia que busca conseguir una modificación total de la identidad de una empresa. No se centra solo en el logotipo, sino también en el resto de los elementos, como pueden ser la tipografía, los colores, las imágenes… Lo que se pretende es que los consumidores perciban el cambio de la marca y sientan que esta ha ganado en atractivo. Por ejemplo, se puede buscar modernizar una imagen que se diseñó hace algunas décadas y que se siente que ya no encaja con lo que los clientes pudieran buscar.
La clave de un rebranding es conseguir que se redefina por completo la percepción que tienen los clientes de una empresa, pero también la de los empleados e incluso de los inversores.
Es una decisión muy compleja y complicada de tomar por parte de una empresa, puesto que implica un cambio radical. No es crear una marca nueva, no es hacer pequeños cambios, sino que hablamos de una adaptación al mercado actual, una evolución. Prácticamente la totalidad de las marcas hacen cada cierto tiempo un rebranding, quizá más discreto en algunos casos, pero siempre se hace.
Razones para un rebranding
Pero ¿qué podría llevarnos a buscar un cambio así? Son muchos los motivos que pueden hacer que un rebranding sea totalmente necesario. A continuación, vamos a ver algunos de los más importantes:
- Si la empresa se encuentra en lo que podríamos llamar una fase de decadencia, es un momento ideal para hacerlo. Por ejemplo, si sientes que has tocado techo, o crees que la imagen de marca que estás dando no se corresponde con lo que buscabas. Es inevitable que las empresas lleguen a una fase de declive, y, en ese momento, un rebranding puede suponer la diferencia entre un fracaso o un éxito.
- También puede darse el caso de que la identidad de tu marca esté obsoleta. Las tecnologías han avanzado mucho, ¡y debemos adaptarnos a ellas! Y eso también puede implicar cambios a nivel visual.
- Muy relacionado con los motivos que hemos visto hasta ahora, también debes considerar el factor del avance del mercado. Todo el contexto que rodea a tu empresa te obliga a ir cambiando, adaptándote, para así sacarle el máximo partido a todo eso que no puedas cambiar.
- Un rebranding también puede ser necesario en el caso de que el público objetivo de tu firma a no se identifique con ella. Puede que este público se haya ido redefiniendo con el paso del tiempo, avanzando o modificando sus intereses, y es importante saber leer esto y llevar a cabo una buena estrategia.
- O incluso puede que se este rebranding sea necesario debido a un cambio interno de tu empresa. ¿Y si el objetivo de esta ha cambiado? En ese momento, ¡todo debe ajustarse!
Como hemos señalado al principio, pueden darse muchos motivos para que consideremos necesario un rebranding. Sea como sea, lo importante es saber discernir si realmente hay que hacerlo y, en caso de que la respuesta sea afirmativa, saber cómo llevarlo a cabo.
Etapas del proceso de rebranding
Un rebranding requiere siempre seguir unos pasos concretos, ir diferenciando las etapas del proceso total, para así conseguir los objetivos. ¡Así que vamos a verlo!
En primer lugar, es importante que conozcas la historia de tu marca y sepas definirla de forma clara. Junto a esto, debes conocer también tu público objetivo. Así pues, la primera etapa siempre será la de investigación, así como de evaluación. Debes analizar todos los factores de percepción de la marca, las tendencias del mercado e incluso te recomendamos que analices también a tu competencia. De esta manera, podrás contextualizarte dentro del mercado y también decidir qué es lo que no encaja de tu identidad ahora mismo.
Tras eso, llega el momento de desarrollar la estrategia en el plano más teórico. Con toda la información que se ha recopilado, se elaboran los pasos que se irán siguiendo, los objetivos de este rebranding, los elementos clave que se deberán cambiar y un plan de implementación. Es importante que fijemos metas tanto a corto como a largo plazo, y que comprobemos que ese rebranding hará que nuestra identidad encaje con nuestros valores.
Por último, llega la fase de implementación. Es entonces cuando realmente se realizan los cambios que podemos considerar tangibles, como un nuevo logotipo, cambio de colores, de mensaje, de tipografía… También es importante estudiar cómo mostrar estos cambios a nuestros clientes, empleados e inversores.
Casos de éxito y fracasos en rebranding
A lo largo de la historia del marketing, ha habido una inmensa cantidad de casos de rebranding. Algunos de ellos han sido exitosos, mientras que otros han resultado ser un fracaso estrepitoso. Uno de los ejemplos claros de rebranding exitoso fue el de Apple, que ha pasado de ser una marca tecnológica a mucho más: un símbolo de diseño, de elegancia y de innovación. Otro caso interesante es el de YouTube, que cambió su logotipo tras más de una década; lo que buscaba era modernizarse, adaptarse a las nuevas tendencias. No fue un cambio drástico, pero sí bien acogido.
Pero, como hemos señalado, hay cambios que no siempre son un éxito. Snapchat es un claro ejemplo de ello, puesto que, en el año 2018, en pleno apogeo, decidió cambiar por completo su interfaz. Y, lejos de ser el éxito que imaginaban, lo que se encontraron fue a una inmensa cantidad de usuarios descontentos que acabaron por abandonar la plataforma. Sin duda, un rebranding bien hecho puede traer consigo muchos beneficios… ¡Pero hay pocas cosas peores que uno mal hecho!